La muñeca de Aylwin (1990-1994)
En 1990 Chile volvía a tener un presidente electo democráticamente luego de diecisiete años de dictadura. Patricio Aylwin llegó a La Moneda bajo un clima hostil, con Pinochet aún al mando del Ejército. Para Óscar Sepúlveda, periodista del diario La Época en ese entonces, Patricio Aylwin encabezó un gobierno que venía a rearmar un país dividido. “Yo creo que la historia no sería la misma si Aylwin no hubiera sido presidente”, comenta el periodista.
Sepúlveda cubrió La Moneda en diversos periodos presidenciales e incluso durante la dictadura de Pinochet. A Aylwin lo recuerda como “un líder conservador, dialogante, negociante y principista”.
Patricio Aylwin fue transparente con la prensa, tuvo contacto cercano con muchos periodistas, le gustaba conversarles y muchas veces hablaban de política, y “no se encerraba en una torre de cristal, sino que era abierto, entendía el rol de la prensa”.
Tener a Augusto Pinochet como Comandante en Jefe del Ejército fue lo que marcó al gobierno. Aylwin le recomendó muchas veces que renunciara, pero Pinochet estaba decidido a seguir en el poder. “Él quería que no lo juzgaran tanto, que entendieran que estaba gobernando con Pinochet y que eso implicaba una responsabilidad singular”, dice Sepúlveda.
Entre las anécdotas que posee el periodista, está la relación entre Aylwin y Pinochet, la que era protocolar, pero no estaba exenta de momentos tensos.
“La doctrina de Aylwin era hacer justicia en la medida de lo posible. No se podría hacer verdadera justicia porque Pinochet estaba ahí”, indica Sepúlveda.
“Aylwin tenía que entenderse con Pinochet si no, probablemente, le hubieran hecho un golpe de Estado. En esos años con el poder militar que existía, no se podía jugar, había que dialogar. Era necesario ponerse en la posición del Presidente y sus ministros para saber lo fregado que era”, dice Sepúlveda. Y esto quedó demostrado en momentos complejos para el gobierno como fueron el caso Pinocheques y el Boinazo.
Con todo, desde la visión del periodista, Aylwin logró ejercer con autoridad su gobierno, fue el articulador para asentar las bases de la democracia y logró hacer cosas importantes, como “un manejo inteligente con tono social en la economía”.
“El informe que hoy entrego a conocimiento público esclarece la verdad. Es la sociedad chilena la que está en deuda con las víctimas a las violaciones de los derechos humanos, por eso es que yo me atrevo en mi calidad de Presidente de la República a asumir la representación de la nación entera para en su nombre pedir perdón a los familiares de las víctimas”, son palabras de su discurso en cadena nacional, donde asume una responsabilidad histórica que conmovió a millones de chilenos y que desde los ojos de Óscar Sepúlveda “la historia recordará gracias a la muñeca política de Aylwin”.
Un directorio en La Moneda (1994-2000)
Aunque Patricio Aylwin fue el primer presidente electo democráticamente tras la dictadura, la llegada de Eduardo Frei Ruiz-Tagle a La Moneda en 1994 fue vista como un paso firme hacia la consolidación de la democracia, ya que representaba la estabilidad y la continuidad del proceso democrático.
Arturo Castillo, periodista de Megavisión, cubrió La Moneda en múltiples ocasiones. Según él, una vez que la transición entre Aylwin y Frei ocurrió, la relación con el presidente fue más distante con la prensa.
“Frei nunca atacó a la prensa y jamás evitó las conferencias, pero hacía que hablaran más sus ministros. Yo creo que no entendía a la prensa, no le gustaba”, dice Castillo.
El periodista recuerda al mandatario como un hombre de pocas palabras. Se caracterizaba por su seriedad, pragmatismo, y una actitud muy ejecutiva para hacer las cosas, además de distante. Según Castillo, estableció distancias con la prensa.
Con su experiencia de haber cubierto antes a Patricio Aylwin y, previamente, a Pinochet, compara: “Augusto Pinochet llegaba a las 7 de la mañana a La Moneda, Aylwin llegaba a las 8:30, y, en el caso de Frei, se aparecía a las 10:00 o incluso a las 11:00. Era súper relajado”, comenta.
Entre los recuerdos del periodista con el mandatario, destaca una anécdota que no ha olvidado. Durante un viaje a Washington DC, cuando se estaba gestionando el fast track para lograr un Tratado de Libre Comercio, salió de la reunión con el Presidente Bill Clinton en la Casa Blanca y se fue, junto con su esposa Marta Larraechea, a comprar zapatos. “Nosotros íbamos a cruzando por una calle con otros colegas camino al hotel y, de repente, vemos al jefe de seguridad de Frei en frente de una tienda, nos bajamos del auto a ver quó onda y ahí estaba el Presidente probándose zapatos con la Martita, divertido y relajado”, dice.
A diferencia de otros, Frei no tenía la costumbre de hablar e incluso lo evitaba. “Frei llegó con la onda de la austeridad, ya no ocupaba el avión presidencial, usaba vuelos comerciales, por lo que para la prensa el trabajo era más difícil. Lo normal es que en los vuelos con la comitiva haya una cercanía muy grande”.
Entre los recuerdos de Castillo está que, durante el gobierno de Frei Ruiz Tagle, bromeaban dentro de “La Copucha” porque el Presidente no realizaba consejos de gabinete, sino que era una reunión de directorio. “Él era muy pragmático, organizaba y trataba al país como si fuera una empresa”.
Eduardo Frei en su campaña prometió un Chile más solidario, abierto hacia el mundo y más progresista. Desde los ojos de Arturo Castillo, el mandatario quería “emparejar la cancha en el área económica”. Y a su vez, teniendo en cuenta que era hijo del ex presidente Frei Montalva, quien falleció en plena dictadura, procuró no hablar de él para que la ciudadanía no pensara que venía a hacer justicia por su padre.
Como mandatario vivió momentos complejos. Entre ellos, la recesión internacional que se originó en Japón (crisis asiática) y que afectó las exportaciones chilenas y el empleo. Además, tuvo que relacionarse con Pinochet. Él debía cumplir su rol como Presidente y Pinochet, a su vez, como Comandante en Jefe. Sin embargo, las cosas no fueron fáciles.
Antes de terminar su periodo ocurrió la detención de Pinochet, donde fue arrestado en Londres en octubre de 1998 a petición de un juez español, Baltasar Garzón, quien lo acusó de haber cometido crímenes de lesa humanidad. Pinochet permaneció bajo arresto domiciliario por 503 días en el Reino Unido mientras se debatía su extradición a España.
Puertas abiertas (2000-2006)
Comenzando el siglo, Ricardo Lagos inició su gobierno. Abrió las puertas del palacio presidencial y planteó grandes desafíos, entre ellos plasmar en la historia un gobierno sensato y capaz de abordar los temas del pasado. Entre los periodistas que lo conocieron, dicen que fue un líder pragmático, con un claro sentido de propósito y, sobre todo, que sabía endurecerse tanto con la prensa como con quienes intentaban desafiar su autoridad.
Según Carolina Ricke, quien cubrió al Presidente Lagos, este se caracterizaba por ser un estadista con una fuerte vocación de servicio público y con muchas inquietudes intelectuales. Tenía una visión muy clara de a dónde quería llegar y a dónde deseaba llevar al país, así como las estrategias necesarias para lograrlo. “Eso es algo que no todos los políticos lo tienen”, afirma.
El mandatario era de encuentros diarios con la prensa y de vocerías semanales, muchos periodistas reconocen que era un político experimentado y que entendía el valor de la prensa.
Lagos se destacó en lo internacional. Según la periodista, durante su gobierno Chile logró adquirir un peso significativo. “Cuando lo acompañábamos a cumbres fuera del país se notaba que era reconocido”.
A Lagos le molestaba que le preguntaran acerca del tema del día: “Pero si yo soy el Presidente ¡Cómo me preguntas esta tontera!”.
El 11 de septiembre de 2001, día del ataque a las Torres Gemelas, Ricke se encontraba de gira con Lagos. Estaban en Portugal con otros colegas acompañando al presidente y, después, se subieron al avión presidencial rumbo a Londres. Ricardo Lagos habló con ellos sentados en la parte de atrás del avión. Estaba desconsolado y dijo: “Este día, anótenlo, el mundo cambió”.
El presidente Lagos tuvo episodios cercanos con la prensa, disfrutaba de encuentros informales y de visitar “La Copucha”. Durante los viajes al extranjero, a veces se unía a la prensa en los traslados. Tenía una notable capacidad para recordar los apellidos de los reporteros.
“Lagos aprovechaba cuanta oportunidad tenía para saludar a la gente. El último día que estuvo en La Moneda, miles de personas fueron a verlo a la plaza, fue emocionante. Logró generar esa cercanía y transmitir el aporte que hizo desde el gobierno”, comenta Ricke.
La principal crisis, según la mirada de Ricke, fue cuando se cuestionó su probidad. “Él es de principios claros y que se le cuestionara fue duro para él”. Y también cuando se opuso a la guerra en Irak y le dijo que no al presidente Bush cuando le pidió su apoyo (voto) para ir a la guerra porque Chile integraba el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. “Hoy uno diría, obvio que no, pero en ese momento no era obvio, era muy difícil. Fue pararse ante Estados Unidos y decirle que no. Resultó desafiante, pero el tiempo le dio la razón”.
Los asesores de Bachelet (2006-2010)
La llegada de Michelle Bachelet a la presidencia de Chile en 2006 marcó un hito significativo en la historia del país y en el panorama político latinoamericano. Abrió las puertas de La Moneda a la primera mujer en ocupar el cargo más alto y su elección representó un avance en la lucha por la igualdad de género y de la representación femenina en la política.
Álvaro Paci la describe como una líder con quien la relación con la prensa no fue fácil.
El periodista destaca que ella posee atributos que la llevaron dos veces a la presidencia. Es cálida, y “cuando quiere serlo, es encantadora”, pero durante su primer mandato hubo razones que motivaron que la relación fuera “bastante fría y distante con la prensa”.
Óscar Sepúlveda, agrega que otra característica de la Presidenta es que era “súper espontánea, por ende sus asesores trataban que no dijera nada que no fuera la noticia de ese momento y ella le hacía mucho caso”.
Álvaro Paci dice que la Presidenta no se acercaba a los medios durante las giras, lo que demostraba que había una desconfianza hacia la prensa que Paci atribuye a ‘‘su formación en la República Democrática Alemana (RDA). Tenía integrado eso de mantener la información compartimentada. Y muchos de sus asesores tuvieron por momentos mucho poder y llegaron a ser tóxicos. Eso le produjo mucha desconfianza porque transmitían mucha información falsa”.
Sepúlveda complementa con que la Presidenta era insegura y desconfiada. “Ella no estaba preparada para ser Presidenta, nunca hizo una carrera política para ese cargo. Cuando fue ministra de Salud fue coherente porque era su área, pero para la política dura no”.
Paci recuerda episodios que nunca vio en otros gobiernos como, por ejemplo, cuando bajaban a periodistas de viajes. “Los dejaban fuera de las giras argumentando que no querían a tal periodista de tal medio. Decían que si no cambiaban al periodista, el medio no iba al viaje. Uno no quiere ser amigo de los presidentes, pero nos dificultaron mucho la pega”.
Entre sus anécdotas cubriendo La Moneda, el periodista rememora una de las mayores crisis de Bachelet que fue la Revolución Pingüina (de los escolares de enseñanza media), destacando que la Presidenta se mantuvo en silencio prácticamente por 22 días, un récord. No le dijo nada a la prensa”.
El gobierno se paralizó. Hubo tomas en liceos, manifestaciones y el conflicto fue creciendo exponencialmente. Llegó a convertirse en el primer evento de esas características desde la vuelta a la democracia.
Paci destaca que sus asesores le decían a la Presidenta que no dijera nada, lo cual fue un error. “Mientras menos decía, más crecía el movimiento”. Comunicacionalmente la mandataria cometió muchos errores y, durante un discurso del 1 de mayo, “retó a los estudiantes y eso generó que el movimiento creciera muchísimo más”.
Álvaro Paci recuerda que desde “La Copucha” le reclamaron, en reiteradas oportunidades, acerca de las estrategias comunicacionales del gobierno. “Sus políticas no solo eran negativas para nosotros sino que también hacia ellos. Tenían una estrategia de silencio muy errada que, a mi juicio, les jugó en contra”.
La puesta en marcha del Transantiago fue otro dolor de cabeza para el gobierno. Según cuenta el periodista, Belisario Velasco, Ministro del Interior entonces, siempre se acercaba a la prensa, pero durante el verano se enfermó y no lo vieron por un tiempo. Al volver, los periodistas de “La Copucha” le preguntaron qué era lo que le había ocurrido y su respuesta fue: “Es que estoy estresado con el proyecto del Transantiago, va a ser un caos. No hay como hacer entender a la Presidenta que no se puede iniciar esto”, dijo.
Finalmente, Paci señala que comunicacionalmente ella tenía mucho encanto y era vista por los chilenos como una líder acogedora, como una mamá. “Eso, además de sus propuestas, la llevaron a La Moneda. Era imbatible. ¿Quién puede competir con la mamá?”.
Lo más doloroso para la Presidenta Michelle Bachelet fue entregarle la banda presidencial a Sebastián Piñera. “Los gobiernos se miden en base a si son capaces de entregarle el mandato a alguien del mismo signo, pero su gobierno enterró a la Concertación”.
Un afuerino (2010-2014)
Llegado el 2010, Sebastián Piñera entró por las puertas de La Moneda como el primer Presidente desde la vuelta a democracia que no era de la Concertación. Según Ignacio Uribe, editor de política y periodista de TVN, el primer cambio fue en la forma de relacionarse con la prensa. “Fue una transición compleja porque se trataba de personas que no tenían la experiencia en lo que significaba llegar al poder. Eran, mayormente, del sector privado”, comenta.
Ante los ojos de Uribe, Piñera se comprometió a liderar uno de los mejores mandatos de Chile, un gobierno de excelencia. Asimismo, creó símbolos como las recordadas chaquetas rojas que implicaba un gobierno en terreno 24/7.
Entre los periodistas de “La Copucha” llamaba mucho la atención el cambio porque llegaba un presidente con una personalidad muy diferente. “Las piñericosas fueron situaciones que generaron que tuviera una relación súper cercana con la prensa”, dice Uribe.
El periodista recuerda al Presidente como una persona muy intensa, un líder hiperquinético y pragmático. “No hay ninguno de los periodistas que lo acompañó que te pueda decir que lo pasó mal, que tuvo problemas para reportear. Al contrario, Piñera era abierto a entregar información”.
Cuando una nota era crítica hacia él, no tenía inconvenientes. “Él sabía que iban a haber días duros, dardos y críticas de la prensa y nunca se mostró molesto”, destaca.
Óscar Sepúlveda, que entrevistó al presidente varias veces, recuerda que Piñera era “divertido, llevado de sus ideas, enfocado en su propósito y perfeccionista”. Entrevistarlo no era tarea fácil: tenía la costumbre de dictar a los periodistas de prensa escrita y hasta solicitaba corregir in situ lo que había dicho. “Él te repetía las veces que fuera necesario una frase hasta que le gustaba. Sabía cómo usar a los periodistas y tenía muy claro lo que quería decir”.
En el avión presidencial le interesaba pasar más tiempo con los periodistas que con la delegación que lo acompañaba. Les pedía películas a la prensa y compartían libros. Uribe recuerda que era un hombre que dormía muy poco y que muchas veces los iba a despertar para molestarlos. “Te tapaba la nariz cuando estabas durmiendo, te tiraba los pies, te sacaba los calcetines. En ese tiempo había una serie llamada El patrón del mal y sabía que un periodista tenía los CD’s de la serie y se los pedía”.
Bachelet 2. La pérdida de los hijos (2014-2018)
El año 2014 empezó como una nueva oportunidad para Michelle Bachelet. Ella abrió una vez más las puertas de La Moneda con la promesa de realizar profundas reformas en Chile. Su regreso al poder estuvo marcado por una visión de un gobierno más ciudadano, con igualdad de oportunidades.
Rafael Pardo, editor y conductor de Radio Cooperativa, cubrió este segundo mandato de la Presidenta. El estilo de relación con la prensa no fue diario, ni cercano, pero siempre cordial. Fue similar al primer periodo. Ahora existían espacios diseñados para encuentros con la Presidenta y algunos desayunos para hablar de temas en off the record. A su vez, comenta que había otras instancias de conversación en los viajes.
La estrategia comunicacional de la Presidenta siguió como la del anterior gobierno, pues a Bachelet no le gustaba responder preguntas fuera de los temas que los congregaban, las declaraciones tenían que ser sobre los temas que se trataban en ese momento. “Es una de las grandes diferencias que tenía con el Presidente Piñera”, dice Pardo.
El caso Caval fue un escándalo político que estalló en Chile en 2015, durante el segundo mandato de Michelle Bachelet. Involucró a su hijo, Sebastián Dávalos, y a su nuera, Natalia Compagnon, quienes estaban relacionados con la empresa Caval Ltda. Esta empresa obtuvo un préstamo de 6.500 millones de pesos del Banco de Chile para la compra de terrenos en Machalí, que luego fueron vendidos a un precio mucho mayor tras un cambio en el uso de suelo, generándose una ganancia sustancial.
“Bachelet pierde a su hijo y a su hijo político”, son las palabras de Rafael Pardo al recordar las consecuencias de un escándalo que generó acusaciones de tráfico de influencias y cuestionó la ética y transparencia del entorno cercano a Bachelet. Este caso afectó significativamente su popularidad y credibilidad y, según el periodista, le puso pausa al gobierno y generó un ajuste de gabinete al cabo de un año en que salió el ministro del interior, Rodrigo Peñailillo.
Pardo confiesa que “según varias fuentes, fue más duro desde lo político que desde lo afectivo. Aunque Dávalos era su hijo, fue más duro perder a la persona que la ayudó en la política”.
Este caso -según Rafael Pardo- generó cuestionamientos sobre la capacidad de la presidenta de liderar el país y le dio espacio político a la oposición. Indudablemente, a la mandataria se la veía afectada. “Esta situación reventó su gobierno, su familia y le costó su ministro del Interior que, hasta ese momento, era el líder político del país”.
Piñera 2: El error de un país analizado desde el Excel (2018-2022)
“No vamos a cambiar la constitución”, fueron las palabras de Jaime Mañalich respecto a la propuesta de Michelle Bachelet, cuando Sebastián Piñera llegó nuevamente a La Moneda en 2018. Valentina Reyes, periodista y conductora de TVN comenta que, al asumir Piñera, se veía un gabinete “con mucha fuerza de triunfo”.
Según Reyes, el gobierno de Piñera se puede dividir en dos etapas. En la primera, él era cercano a la prensa, cómico, visitaba frecuentemente las oficinas de los medios y hablaba en off the record durante los viajes. Sin embargo, después del estallido social, Piñera estuvo más lejano. “Hubo un momento en que tuvo que mantener más distancia de lo que a él le gustaba”, señala Reyes.
Luego del estallido social, se generó un contexto de mayor desconfianza. La periodista destaca que, aunque la cordialidad del mandatario nunca cambió, las preguntas y las contra preguntas se restringieron.
El Presidente Piñera mostraba constantemente su aprecio por la prensa, “sabía usarla a su favor”, opina la periodista. También dice que Piñera era bueno para utilizar adjetivos en su quehacer diario y que su fortaleza era la gestión. “Él reaccionaba bien ante emergencias y gestionando crisis, su punto débil era la empatía”.
La periodista recuerda momentos significativos en la comunicación del mandatario. Uno de ellos fue cuando afirmó: “Somos un oasis en Latinoamérica”. Esta declaración fue de apenas dos semanas antes del estallido social. La frase, que buscaba destacar la estabilidad y el progreso del país en comparación con otros de la región, terminó siendo utilizada por sus detractores como un símbolo de desconexión del presidente con la realidad que vivían muchos chilenos.
“Siento que a él le costó mucho entender que había una crisis subterránea que había que mirar desde otra perspectiva”.
La periodista afirma que el error del Presidente fue cómo miraba lo que ocurría. “Chile no tenía malos números, ni malas estadísticas de crecimiento, o de gente que accedía a la educación superior. Le costó entender por qué estábamos en una crisis aunque tuviésemos buenos indicadores. Le faltó comprender que la gente tenía otro tipo de problemas”.
La periodista concluye que “le faltó salir un poco del Excel y mirar lo subjetivo de lo que ocurría. Cuando inició su segundo gobierno, quería proteger a las clases medias vulnerables. En su diagnóstico pudo ver parte del problema que causó el estallido, pero le costó entender que podían existir múltiples causas”.
El Presidente millenial (2022- )
En 2022 Gabriel Boric llegó a La Moneda como el presidente más joven de la historia del país y enfrentando la crisis institucional más severa desde el retorno a la democracia.
Martín Browne, periodista de La Tercera, cuenta las dificultades de cubrir el palacio presidencial. Cada vez es más difícil encontrar focos creativos y novedosos para las pautas noticiosas. Hay problema con las fuentes. “La Moneda se ha fortalecido y han cerrado mucho las puertas para impedir el acceso a las autoridades, por lo que es más complejo hablar con una fuente”, comenta Browne.
Según diversos periodistas, Gabriel Boric se caracteriza por no creer en el off the record y dice que todo es publicable. Por esto, el presidente no ha generado instancias de conversación recurrente y se apoya en sus asesores ministeriales.
El Presidente Boric pertenece a una generación varias veces más joven que sus antecesores. Por primera vez, anunció a sus embajadores y su ruptura amorosa por redes sociales. “Que anunciara el termino de su relación con Irina Karamanos fue una dificultad, pues acostumbrarse a los nuevos códigos de tener un presidente generacionalmente diferente que sale en las noches y que participa de más actividades genera un debate periodístico constante entre qué información es pública y cuál no”, dice Browne.
El Presidente en el movimiento estudiantil (2011) ya era una figura pública novedosa y con gracia, que nunca dependió de los medios para aparecer y ser noticia. “A diferencia de otros políticos que tienen que construir relaciones y están más pendientes de lo que sale en los medios, de lo que informan, de las ventajas que tienen y, de la forma en que trabajan los medios de comunicación”.
A su vez, destaca que al Presidente y a los ministros les costó un poco entender el rol de la prensa. “Era primera vez que llegaban al gobierno y no tenían una concepción de los medios de comunicación. No los veían como un espacio de construcción de confianzas”, señala Browne.
Con respecto a las actitudes del Boric hacia la prensa, Browne destaca que ha sido un proceso de mucho aprendizaje para el gobierno el cómo relacionarse con los medios de comunicación: “Yo creo que se le hace difícil entender la crítica en este concepto que él ha usado de habitar el cargo”. El periodista cree que “a veces Boric no se da cuenta de que se trata del Presidente de la República hablándole a un medio de comunicación y lo increpa. Él esperaría que fuésemos aliados, pero esto no funciona así”.
El mandatario se ha destacado en diversas oportunidades por las respuestas que da a la prensa cuando hay preguntas que no le gustan, y desde la perspectiva de Browne, “La Copucha” ha tomado en cuenta esos antecedentes a la hora de relacionarse con el Presidente y realizar preguntas.
“En el fondo la herramienta que más usa es dar discursos, pero sin preguntas post el evento”.
“Cuando el presidente tiene la sartén en el mango se le hace más fácil, pero cuando es abordado se le hace más difícil porque le cuesta entender que las inquietudes que tenemos los periodistas son diferentes a las que puede tener él. Cada medio responde a públicos distintos y eso no está mal ni bien, son distintos”, finaliza.