Perfiles

Lenka Franulic, la periodista que fue su propia maestra

Mujer de crónicas, de críticas, de dirección y de radio, fue amiga de todos y la envidia de muchos. Profesora sin vocación, pero periodista con gusto, nombrar a Lenka Franulic es sinónimo de perseverancia, objetividad y profesionalismo, mismos atributos que le abrieron el camino para convertirse en la primera mujer en recibir el Premio Nacional de Periodismo.

Lenka Franulic Zlatar nació el 22 de junio de 1908 en Antofagasta, hija mayor de los inmigrantes yugoslavos Mateo Franulic Yercovic y Zorka Zlatar Janovic. Su padre falleció cuando ella sólo tenía nueve años, pero le dejó varias cosas que dieron pie a la vida de la afamada periodista.

Aprendió a leer a los 6 años, al mismo tiempo en que desarrollaba su impetuoso carácter y su singular insurrección. Su vida escolar transcurrió en tres escenarios: en el Sagrado Corazón de Copiapó, el Liceo de Niñas de Antofagasta y el Liceo de Hombres de la misma ciudad. A este último consiguió entrar tras enviar una petición al Ministerio de Educación con sus compañeras, puesto que el Liceo de Niñas sólo tenía hasta quinto año de humanidades y todas ellas querían terminar el sexto.

Es en el Liceo de Varones antofagastino fue donde Franulic emprendió sus primeros pasos en el periodismo. Ahí publicó Entre pollas i gallos, revista armada desde las hojas de un cuaderno donde bajo el seudónimo de Mitsuko, Lenka Franulic escribía pequeñas narraciones, contaba chistes e inventaba avisos.  A Mitsuko le había picado el bichito del periodismo.

Una profesora que no quería hacer clases

Terminó de estudiar inglés en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile en 1930, pero lo suyo no eran los pizarrones y las lecciones de gramática. Lo que ella quería era empaparse de la cultura inglesa, su idioma, literatura y su arte. Así se hizo un nombre en pequeños círculos de literatos.

Partió como la secretaria de redacción de Hoy en 1931, cargo común para las mujeres de la época. Sin embargo, su particular pluma la convirtió repentinamente en la directora de la sección Libros y Arte, de la cual fue cabeza hasta 1943, año de cierre del semanario. Sus precisas traducciones de artículos intelectuales y sus detalladas crónicas marcaron las hojas de la revista con tintes de literatura y pequeños retazos de reporte periodístico que profundizaría posteriormente en Ercilla.

Una mujer decidida

“La mujer se casa, tiene hijos y debería dejar pronto el periodismo”. Con estas palabras Manuel Seoane, director de Ercilla en 1944, se negó rotundamente a la presencia de una mujer reportera en las filas de su edición. El periodismo no era para cualquiera, menos para una mujer.

Sin embargo, Franulic no se quedó callada. “Es verdad que soy mujer, pero no soy casada ni tengo hijos, y además puedo probar que soy capaz de cualquier cosa”, le dijo. Con esta frase selló su destino de ahí para adelante: el de una mujer capaz, sin miedo a enfrentar cuánto desafío se le cruzara por delante.

Para Paula Escobar, ganadora del Premio Lenka Franulic en 2014, la entereza de la destacada periodista frente al machismo de la época y las pocas oportunidades de las mujeres en los medios fue la semilla que germinó años después para abrir espacios para las féminas. “Ella hace toda una carrera que demuestra que toda la idea que había sobre las capacidades de las mujeres era equivocada, y se podía revertir completamente por el hecho de que se estuvieran rompiendo esas barreras de desconfianza y ella demostrara de lo que era capaz”, dice Escobar.

Su profesionalismo y perseverancia la llevaron a convertirse, en 1957, en la primera mujer en recibir el Premio Nacional de Periodismo.

Llegó para quedarse

Al mismo tiempo en que se desempeñaba como reportera y cronista de Ercilla, Franulic asumía en 1956 como directora de la revista femenina Eva, cargo del que, según Hernán Millas, no estaba segura de asumir, debido al perfil de este tipo de publicaciones. “Consideraba que crear una revista para la mujer era mirarla en menos, porque tácitamente le estaban diciendo que debía estar en la casa”, afirma el periodista y amigo.

Ya con la admiración de su jefe y el respeto de sus pares Lenka Franulic no se despegó más de la máquina de escribir y la siempre caótica sala de redacción de Ercilla, que dirigió durante un año, desde 1960 hasta 1961, año de su muerte. Ya sea reporteando desde el centro de Santiago o la Casa Blanca, sus acuciosas e incisivas entrevistas a los más variados e importantes personajes de la actualidad –Frank Sinatra y Fidel Castro, entre otros– marcaron un sello en la revista y en su carrera.

Era una trabajólica sin remedio. Desde la dirección de Radio Nuevo Mundo (1945) y posteriormente su labor en las radios Cooperativa Vitalicia y Minería, hasta su paso por la dirección de Ercilla y Eva, su dedicación siempre fue 24/7. Así se coló en la historia del periodismo chileno. Aún cuando debía sacrificar su vida personal, una de sus lecciones más grandes ante su gusto por los desafíos fue resumida en una frase propia de su particular forma de ser: “Cuando uno escoge la libertad, escoge la soledad”.

La capacidad de Lenka Franulic de realizar detenidas y exhaustivas investigaciones le permitieron narrar la vida de personajes de manera completa. Gracias a una de sus mejores armas, el conocimiento del inglés, pudo realizar entrevistas a destacados angloparlantes. Su trabajo se complementaba también con el uso de un lenguaje cercano a la gente, que según la investigación “Lenka Franulic: Contra el olvido, hecha por los periodistas Verónica Díaz, Lorena Palma, Tamara Pardo y Rodrigo Rojas, “llegaba directamente al lector, aunque se tratara del intelectual más erudito o el campesino más simple”.

Inculcar el periodismo

Uno de sus más importantes legados fue su esfuerzo por hacer del periodismo una profesión. En 1946 reestructuró el Círculo de Periodistas de Santiago, que estaba paralizado desde 1908. En 1953 fundó junto a otros colegas la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile. Es ahí donde en 1955 comenzó a hacer clases de redacción periodística, ocasión que aprovechó para inculcar en sus alumnos el amor por la inquietud y la curiosidad. Su frase más célebre dentro de las aulas era: “Nunca hay que dejar de preguntar”.

En honor a su carrera, desde 1963 la Asociación de Mujeres Periodistas entrega el premio Lenka Franulic que reconoce el trabajo de mujeres periodistas. Para Paula Escobar, haber recibido el galardón significa “uno de los más grandes honores que una puede recibir”. “Todas les debemos a Lenka Franulic el poder sentirnos acogidas en esta profesión de una manera protagónica y no meramente subalterna”, agrega la actual editora de Revistas El Mercurio.

El día en que Lenka Franulic murió, en mayo de 1961, a fumadora compulsiva, la amante de los gatos, el ángel rubio, dejó un vacío en el mundo del priodimso. Su funeral estuvo marcado por discursos que no cesaron en horas. Tito Mundt, uno de sus grandes amigos, no logró llegar a su funeral y desde Barcelona le dedicó las siguientes palabras: “Hasta para morir me golpeaste con la noticia”.