Medios

Clarín, Puro Chile y El Siglo: Tres diarios cerrados de golpe

Estos tres periódicos de izquierda compartían dos elementos fundamentales: respaldaron el proyecto político del socialista Salvador Allende y fueron clausurados por la dictadura militar tras el golpe de Estado.

Aquí, el auge y la caída de sus redacciones en una época cruzada por una guerra de trincheras.

 

La polarización era absoluta. Los meses previos al golpe de Estado de 1973, Chile estaba en medio de una intensa lucha política y social en la que se enfrentaban defensores del gobierno de Salvador Allende y opositores a la Unidad Popular.

Los medios, a su vez, representaron los profundos contrastes ideológicos que vivió la sociedad chilena. Y diarios como Clarín, Puro Chile y El Siglo, que desempeñaron un papel crucial como transmisores de información a los sectores populares del país, fueron protagonistas de una verdadera guerra de trincheras contra los medios opositores.

El 11 de septiembre de ese año se produjo el quiebre institucional. Las fuerzas militares, lideradas por el general Augusto Pinochet, bombardearon La Moneda y tomaron el poder. El nuevo régimen abatió estos tres periódicos, entre otros, por medio de la censura y el saqueo. En algunos casos, detuvo a periodistas que jamás aparecieron.

Un cierre de golpe

En un barrio emblemático de Santiago, a tres cuadras de la concurrida Alameda, en la calle Dieciocho, están las instalaciones de Tecnicor, propiedad de Raúl Tagle e hijos. Un intenso olor a goma impregna el lugar, una evidencia de que ahí opera hoy una fábrica de correas de transmisión.

Resulta difícil imaginar lo que ocurría en el mismo lugar hace medio siglo. En 1970, Dieciocho 262 aún pertenecía al popular periódico Clarín. Para Alfredo Sepúlveda, periodista, académico UDP y experto en la historia del periodismo chileno, “fue el diario más importante del género popular comercial, allendista, destinado al pueblo obrero. Se convirtió en un fenómeno arraigado en las entrañas de las zonas populares”.

Clarín fue fundado por el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, a solicitud del boliviano Darío Saint-Marie, conocido como “Volpone”, cuando era director del diario oficialista La Nación. Comenzó a circular en 1954 con baja frecuencia y poco éxito, lo que llevó a Ibáñez a tomar la decisión de venderlo a “Volpone”. Vivió su apogeo bajo la dirección del periodista Alberto “Gato” Gamboa, quien tenía una destreza particular para concebir titulares combativos y burlones, y alcanzó gran influencia en el ambiente político durante la Unidad Popular, acompañado de los reconocidos periodistas Eugenio Lira Massi y Hernán Millas, entre otros.

Volpone y el Presidente Allende

El diario de “Volpone” creció exponencialmente en el sector popular con su lema “Firme junto al pueblo”. Para 1970, ya contaba con una amplia circulación nacional: llegó a imprimir cerca de 180 mil ejemplares diarios y superó los 400 mil los domingos. Sus ácidas y excéntricas portadas, generosas en sobrenombres, hicieron arder la escena política. Por ejemplo, destaca el apodo “La Señora”, referido al expresidente Jorge Alessandri. “La señora se calienta los juanetes”, se lee al pie de una foto de Alessandri al lado de una estufa.

Ya declarado su odio público a Alessandri, “Volpone” decidió apoyar la candidatura de Salvador Allende en las elecciones de 1970, a pesar de su cercanía con el candidato de la Democracia Cristiana, Radomiro Tomic. Tras el triunfo del socialista, tituló: “¡Allende presidente! El pueblo arrasó en los reductos momios”.

Alberto “Gato Gamboa

En 1972, “Volpone” vendió el periódico al ingeniero civil y empresario español Víctor Pey, un republicano cercano a Allende que llegó a Chile a bordo del “Winnipeg”. Bajo el mando de Pey, el periódico se convirtió en un vocero escrito de la Unidad Popular hasta su clausura en 1973.

Con el objetivo de silenciar a los medios allendistas, la dictadura selló el destino de los periódicos oficiales mediante el Bando N°1. “¡Momias piden a los milicos que las pasen por las armas!”, tituló Clarín en la edición que no llegó a ver la luz. La frase aludía a la constante presión de la derecha por boicotear el gobierno de la Unidad Popular.

En la madrugada del 11 de septiembre de 1973, el Ejército de Chile invadió los talleres del periódico, clausuró sus oficinas y detuvo a la mayoría de sus trabajadores, rememoró Víctor Pey en el medio digital El Mostrador. El 24 de abril de 1975, a través del decreto Nº580 se expropiaron los talleres y se confiscaron los bienes de Pey.

La pluma más ácida del país

Eugenio Lira Massi y José Gómez López dieron vida a Puro Chile en 1970, justo después de las elecciones presidenciales que ganó Allende. Su línea editorial y su espíritu era allendista. Para Alfredo Sepúlveda, “siguió las huellas de Clarín, con un mismo estilo de prensa popular comercial, pero llegó a ser mucho más grosero”. Al respecto, el periodista recuerda que el diario se atrevió a referirse en su portada a los miembros de la Corte Suprema como “viejos de mierda”, lo que resultó en una querella en su contra.

Eugenio Lira Massi, de Puro Chile

Aunque el proyecto fue financiado por el Partido Comunista, no estaba alineado con esa tienda política. “Es verdad que el PC puso la plata”, declaró Lira Massi a la revista Mundo 70. “Pero ni el director ni yo somos militantes comunistas; ni siquiera en el personal los comunistas son mayoría. Por otra parte, nosotros no somos dependientes. El día que se nos quiera imponer una línea desde fuera, simplemente nos mandamos a cambiar”.

En Puro Chile, una caricatura llamada “El enano maldito”, creada por Jorge Mateluna, se convirtió en un fenómeno popular. Este personaje, de baja estatura y con una gran cabeza blanca, utilizó un lenguaje provocador dirigido hacia la derecha política chilena y mostró su apoyo a la candidatura de Allende en las elecciones de 1970. Cada titular de “El enano” encendía el debate y reflejaba la polarización que se vivía en los medios de la época.

El enano maldito

El 11 de septiembre, Puro Chile encontró el mismo destino que Clarín. Tras el cierre inmediato del diario, Eugenio Lira Massi se refugió en la embajada de Francia para salir al exilio. La Junta Militar lo incluyó en el listado del Bando N°10, que lo catalogó como una de las 95 personas más peligrosas del país.

La última edición, que vio la luz antes de la llegada de los militares a las instalaciones del tabloide, tituló: “Vilarín lo dijo con todas sus letras a los gremialistas: No queremos camiones, sino que el golpe”, en referencia a las solicitudes de golpe de Estado por parte del gremio de los camioneros.

La voz del proletariado

En contraste con la línea editorial de Clarín y Puro Chile, El Siglo —perteneciente al Partido Comunista— mostraba un contenido más convencional. Su estilo podía ser difícil de leer y, en ocasiones, se asemejaba a un ensayo filosófico de izquierda. “Es un diario más serio; es un estilo similar al de El Mercurio: más reposado, intelectual, pero desde la izquierda comunista, presentando a muchos pensadores, dando espacio a la cultura, muy parecido a los textos de la Unión Soviética”, comenta Sepúlveda.

El 31 de agosto de 1940, El Siglo publicó su primer número, que contó con alrededor de 45 mil ejemplares distribuidos a nivel nacional. Fundado por el tipógrafo revolucionario Luis Emilio Recabarren, era propiedad del Partido Comunista de Chile y tenía sus oficinas en la esquina de Moneda con Mac-Iver, donde también estaba su imprenta. El edificio se destacaba por una imponente estrella roja con un martillo y una hoz en la parte superior, que simbolizaban los ideales comunistas.

El periódico circuló ininterrumpidamente hasta el 14 de julio de 1948, cuando fue obligado a dejar de publicarse debido a la Ley de Defensa de la Democracia, aprobada durante el gobierno de Gabriel González Videla. Esta ley perseguía al Partido Comunista y puso a El Siglo bajo un régimen de “censura previa”, como se menciona en el documento firmado por el presidente.

Luego de la proscripción del partido, en octubre de 1952 El Siglo volvió a estar en pleno funcionamiento. Para entonces, el diario tenía un tiraje cercano a los 25 mil ejemplares, una cifra que se mantuvo hasta su cierre en 1973. A lo largo de esos años, fue una voz activa en el panorama periodístico, brindando información y análisis desde su visión de diario educativo, y se perfiló como una importante fuente de noticias y opiniones para sus lectores.

Su foco en el obrerismo ilustrado marcó el desarrollo de un sistema de comunicación política que destacó por su énfasis en la cultura. Esto se reflejaba en la diversidad de publicaciones que ofrecía, en línea con la importancia que se le daba al acceso a la información para ampliar los conocimientos de esa clase social. A diferencia de sus pares periodísticos, adoptó una línea editorial combativa. Tras la elección de Allende, advirtió: “El pueblo debe armarse para enfrentar a las fuerzas reaccionarias que intentarán obstaculizar el ascenso del compañero Allende y del pueblo al poder”.

11 de septiembre de 1973

El 11 de septiembre de 1973, bajo el título “Cada cual en su puesto de combate”, El Siglo llamó a defender el gobierno de Salvador Allende ante un posible levantamiento militar, en lo que resultó ser su última portada. Al igual que los demás periódicos, el día de la asonada militar las oficinas del diario fueron allanadas por soldados y su personal fue arrestado, para luego ser cerrado y sus imprentas, confiscadas. Reaparecido en septiembre de 1989, actualmente sobrevive como un portal digital. Su misión, se lee en su web, consiste —entre otros principios— en “la defensa y promoción de los derechos del pueblo y la transformación de la sociedad chilena”.