Entrevistas

Sergio Campos: La voz de los 80. Cronología del 11.

El locutor recuerda cómo vivió el 11 de septiembre de 1973 en la radio Corporación, ubicada solo a metros de La Moneda. También repasa su exilio y su regreso a Chile, donde se consolidó como una de las voces radiofónicas más reconocibles.

Sergio Campos (Curicó, 1949) es profesor normalista, periodista y locutor de radio. Ganó el Premio Nacional de Periodismo en 2014 y conduce, hace más de 40 años, “El diario de Cooperativa”, desde donde informó diariamente de los sucesos ocurridos en el régimen de Augusto Pinochet.

En sus inicios, trabajó cuatro años en Radio Corporación. Eso, hasta el 11 de septiembre de 1973, cuando la emisora fue silenciada y expropiada. El día del golpe de Estado, Campos estaba en la radio localizada a una cuadra de La Moneda.

En esta entrevista, Sergio Campos habla sobre sus inicios en el periodismo, el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, su exilio y su consolidación como la voz más reconocida de las radios chilenas.

Desde la escuela a la radio

Nació en Curicó, pero vivió gran parte de su infancia en Rengo. Luego se mudó a Santiago para estudiar en la Escuela Normal José Abelardo Núñez, donde —en 1967— se tituló de profesor de educación primaria. En ese momento se dio cuenta de que la comunicación era lo que le facilitó convertirse en profesor, cuenta el locutor.

—¿Desde ese momento se inclinó por la radio?

La radio te da una excelente oportunidad de comunicación. Era muy fuerte, tenía mucha audiencia en ese tiempo. La televisión recién apareció en Chile a fines del ’61 en la Universidad de Chile, la Universidad Católica de Valparaíso y la Universidad Católica de Santiago, y había muy poca gente que tenía televisor. La radio era preponderante. Habían aparecido también las radios transistors, una radio portátil que era toda una novedad en esa época.

Era tan grande el entusiasmo que sentía por el medio, dice Campos, que se inscribió en un curso de locutores —mientras cursaba publicidad en la Universidad Técnica del Estado— hasta que Enrique Valladares, exdirector de programas de radio Corporación, lo invitó a trabajar en la emisora.

—¿Qué sentía el joven Sergio Campos al tener espacio en la radio Corporación?

—Una tremenda responsabilidad, pues yo leía las noticias y hacía un programa de música y entretención, el “Corporito Show” en el auditorio de la radio, donde cabían unas 250 personas. Invitábamos a artistas, humoristas y grupos musicales. Teníamos un libretista que preparaba concursos. También comencé a hacer narraciones de radioteatro, me entusiasmé con eso y creé un grupo con chiquillos de liceos.

En la trinchera izquierda

En 1971, el Partido Socialista adquirió la radio Corporación y, junto con otras radios de la red “La Voz de la Patria” como Magallanes, del Partido Comunista; Portales, controlada por el círculo cercano a Allende; Luis Emilio Recabarren, de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT); y Sargento Candelaria, del Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) se convirtió en vocera y defensora de la Unidad Popular. “Ahí se instaló un ‘periodismo de trincheras’, donde disputaban estas radios contra las opositoras al gobierno de Allende, como la Agricultura, del Partido Nacional; y la Cooperativa y Balmaceda, propiedad de la Democracia Cristiana”, cuenta.

—¿Cuál era el trabajo en apoyo a Salvador Allende y cómo se enfrentaban a las informaciones de las radios opositoras?

Se trataba de dar a conocer los contenidos programáticos y las acciones del gobierno. Por otro lado, las radios opositoras buscaban desprestigiar a la UP. Era una situación muy tensa y conflictiva.

—¿Cómo informaba la radio Corporación y de qué manera se replicaba la información a los sectores populares?

—La radio reproducía los discursos del Presidente y las entrevistas de todos quienes formaban la Unidad Popular. Al mismo tiempo, existía el programa “Corporación a sus órdenes”, que se hacía en un auditorio. Ahí asistían las juntas de vecinos a plantear sus problemas. Se invitaba a los ministros que tuvieran competencia con las dificultades planteadas y ellos respondían. Aunque la información siempre iba a respaldar las políticas de la Unidad Popular.

—¿Cómo recuerda los hechos previos al golpe?

—El escenario era muy complejo. Se produjo un gran desabastecimiento de alimentos. Eso marcó, en gran medida, una crisis de otra dimensión. Había muchos que acaparaban alimentos y los vendían en el mercado negro, porque la fijación de precios fue una mala política aplicada por Allende. Los camioneros, opositores a la UP, recibieron mucha ayuda de Estados Unidos a través de la CIA y realizaron un paro que agravó la escasez de alimentos, creando una crisis en el transporte de comida. Por último, al interior de las Fuerzas Armadas se planteaban medidas económicas como máscara de la real intención de derrocar al Gobierno. Para eso organizaron el denominado “tanquetazo”, una señal muy potente de que había una articulación militar para hacer caer el gobierno de Allende.

Año 1990 

Era la madrugada del 11 de septiembre de 1973 y Sergio Campos ya se encontraba en Morandé 25, lugar donde estaba localizada la radio Corporación. Desde la salida se podía apreciar, a unos 50 metros, La Moneda. “Ya había noticias sobre Valparaíso y Viña del Mar (del levantamiento de la Armada). Llegué en la madrugada a la radio. A las 6 am comenzamos a hacer el noticiero, dando cuenta de que la radio La Porteña, filial de Corporación en Valparaíso, había sido tomada por la Armada. También de que se habían copado todas las carreteras hacia Los Andes, punto de salida de Chile a Argentina. Esa era la panorámica que se tenía. Por esa razón, la gente comenzó a regresar a sus casas. Luego, el Presidente Allende habló en tres oportunidades, en las que describió la situación y señaló que la Marina se había levantado. Más tarde, describió al general César Mendoza, director de Carabineros en 1973, como un “general rastrero”, debido a su obsecuencia con el gobierno. Finalmente, anunció que él no iba renunciar y que pagaría con su vida la lealtad del pueblo”, recuerda el Premio Nacional de Periodismo 2014.

—La radio Corporación tenía línea directa con La Moneda. ¿Recibieron algún llamado?

—Sí. (Allende) había conversado con nosotros durante la mañana, a través del citófono, diciendo que él iba a permanecer en La Moneda y que les pediría a las mujeres que se retiraran del Palacio de Gobierno. Carabineros lo acompañó en su momento, pero luego también se retiró y se sumó al golpe

Desde las instalaciones de la radio, Campos y los demás trabajadores de Corporación fueron testigos directos del golpe: sintieron venir los Hawker Hunter y escucharon el momento del bombardeo del Palacio de La Moneda. Parapetados en las instalaciones, escuchaban los disparos de las armas automáticas de las fuerzas de a pie del ejército rebelde.

Corporación fue la primera emisora en quedarse sin comunicación y en dejar de transmitir puesto que, cerca de las 10 de la mañana, los militares atacaron la antena transmisora ubicada en el paradero 14 de la avenida Vicuña Mackenna.

—Tras el golpe y la orden de silenciar a los medios, ¿cómo fueron los minutos posteriores?

—Decidimos quedarnos en la radio. A eso de las 17:00 horas quisimos salir por la calle Morandé y la salida estaba cerrada, por lo que nos fuimos hacia Bandera. Ahí estaban los militares deteniendo a toda la gente y nos introdujeron al Banco del Estado. Nos olieron las manos por si teníamos rastros de pólvora. Como no teníamos armas, nos dijeron que si queríamos irnos deberíamos esperar un salvoconducto. Ese era un proceso largo, así que decidimos irnos a la casa de un amigo en el centro de Santiago.

—Usted estuvo detenido en la Academia de Guerra de la FACH.

—Estuve ahí por las transmisiones que hacía en la radio Corporación. Nos acusaban de transmitir los discursos, donde supuestamente Allende llamaba a la gente a salir a las calles. Nosotros lo negamos todo. Aún no existían las reproducciones de los discursos que fueron rescatadas, posteriormente, de la radio Magallanes. Ahí me dejaron detenido. Tuve mucha suerte. Finalmente, todo era muy arbitrario. A muchos los mataron por sospechas; otros fueron asesinados sin preguntar nada. Luego de las gestiones nacionales e internacionales de un amigo abogado, fui dejado en libertad.

—Días antes del golpe, Carlos Altamirano dio a entender que, si había una insurrección militar, el pueblo armado sería quien triunfaría, pero el 11 de septiembre Allende llamó a la calma y al triunfo de la democracia…

—El discurso de Altamirano no tiene relación alguna con la realidad. El tiempo demuestra que estaba equivocado en su diagnóstico, porque resistencia popular no hubo nunca. Existían los cordones industriales, que eran movimientos de defensa de los trabajadores en distintos sectores, los que no tuvieron reacción alguna. En estos 50 años estamos enfrascados en la discusión de cómo se vivió esa experiencia, pero hay sectores que aún no asumen su responsabilidad, sobre todo los grupos más ultras.

Campos se autoexilió en Argentina, fue corresponsal de una agencia con sede en Canadá donde hacía reportes de la situación chilena y argentina, y se casó con una chilena, con quien tuvo una hija.

La voz del Diario de Cooperativa

¿De regreso en Chile volvió de inmediato a las comunicaciones?

—Empecé a hacer clases en un colegio. Luego, con el periodista Óscar Madrid montamos un programa en la radio Yungay, después migramos con el mismo programa a radio Chilena. Hacíamos reportajes sobre los comedores populares. También fui a hacer entrevistas a la Cárcel Pública y a la Penitenciaría. La gente se sorprendía, porque no sabía cómo yo entraba a esos lugares, pero yo tenía el contacto con un alto oficial de Gendarmería que me dejaba entrar.

—En 1978 llegó a la radio Cooperativa. Desde allí a usted le tocó relatar los hechos más terribles de la dictadura. ¿Cuáles fueron los que más lo marcaron?

—El caso de los quemados vivos, Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas de Negri. A nosotros nos clausuraron por transmitir esa situación. La primera protesta nacional en 1983 fue muy impresionante también. Fue encabezada por Rodolfo Seguel Molina, dirigente de los trabajadores del cobre y del Comando Nacional de Trabajadores. Esto representó el comienzo de la historia de protestas, donde la ciudadanía se involucró con los “cacerolazos” todos los días a las 8 pm. A nosotros nos prohibieron informar sobre los “cacerolazos”. Yo hacía un programa justo para el momento de la protesta, por lo que lo anunciaba sutilmente. Por ejemplo, si eran las 6 pm horas, yo decía: “Atención, faltan dos horas para las ocho de la noche”. La audiencia entendía el mensaje.

—¿Cómo se luchó para recuperar la libertad de expresión? ¿Recibió amenazas?

—Todos los días había persecuciones o seguimientos. Incluso, algunos auspiciadores mandaban el dinero y solicitaban que no se transmitieran sus avisos. Pero los trabajadores estaban muy enteros, muy comprometidos y entregados al trabajo periodístico de recuperar la democracia. Siempre hubo buena disposición y ánimo colaborativo para luchar contra la dictadura desde el área de la comunicación.